No matéis nuestra infancia, parad la guerra

  • Dicen que la primera víctima de la guerra es la verdad. Puede que sea cierto, pero la verdad, tarde o temprano vuelve a triunfar.
  • Lo que muere para siempre en cualquier guerra es la infancia.
  • Los niños, las niñas somos víctimas de una situación que no entendemos, que rompe para siempre nuestras vidas.
  • Muchos niños, muchas niñas, mueren en esas guerras. No pueden, no saben defenderse.
  • Mueren por las bombas, pero también por el hambre y la miseria que acarrea cualquier guerra.
  • Para los que sobreviven, su infancia ha muerto. Nunca podrán olvidar el estruendo, la destrucción de su hogar, a sus padres, sus madres, sus tíos o sus hermanos que nunca volvieron.
  • Ese dolor profundo y constante les acompañará siempre, esos momentos en los que todo fue llanto y sufrimiento matarán su infancia.
  • Nosotros y nosotras, a miles de kilómetros, les vemos en televisión y sentimos su dolor como nuestro. Son como nosotros, hasta ayer tenían lo mismo que nosotros: familia, hogar, amigos, un colegio, un parque… Hoy ya no tienen nada, solo destrucción y miedo.
  • Nosotros, nosotras, también tenemos miedo. Miedo por el futuro de esos niños y niñas, miedo porque algo que no entendemos pueda también robarnos nuestra infancia.
  • Ellos son nosotros, y nosotros somos ellos. Parte de nuestra infancia está muriendo con la suya
  • Por eso, a los adultos, a quienes se supone que deben cuidarnos y ayudarnos a crecer felices, les pedimos, les exigimos: NO MATÉIS NUESTRA INFANCIA, PARAD LA GUERRA
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